La Carta A Las Estrellas

Otro año más, todo son melodías entrañables por estas fechas. Las canciones que normalmente producen alegría, y ganas de estar en familia, a María solo se producían tristeza y desasosiego. No soportaba salir a pasear y ver todos esos escaparates decorados con adornos de navidad; pasar por el parque y ver a padres con sus hijos jugando y riendo. Simplemente deseaba que la navidad pasara rápido. No era raro que la vieran de vez en cuando llorando en plena calle, sin motivo alguno <<¿Qué tipo de sostén pueden tener aquellos que carecen de amor?>> Se preguntaba. Una vez más, pasaría la nochebuena sola, como los últimos 3 años, desde que su marido falleció,  en aquél fatídico accidente.

Sumida en esa vorágine de soledad, María buscaba un poco de esperanza. La ciudad estaba toda iluminada y la música navideña presente en cada uno de los hogares, pero ella se sentía como un lugar totalmente diferente. Al cabo de un rato, se dio cuenta de que no quería dejar que la tristeza ganara esta vez, así que decidió tomar un camino diferente en estas fechas tan señaladas. Sentada junto a la ventana contempló el cielo nocturno, las estrellas parecían lucecitas en la distancia, y pensó en cómo solía escribirle cartas a su marido antes de que él se fuera. Esta vez decidió escribir una carta a las estrellas.
 
Estimadas estrellas,

Entiendo que son bolas de fuego lejanas, pero también creo que son guardianes de los secretos del universo. ¿Podrían llevar mi mensaje a Juan? Quiero que sea, que lo extraño, y  que lo echo de menos. Añoro sus risas, sus abrazos, sus historias, y su recuerdo aun me abraza en las noches frías, donde el desconsuelo se hace presente.

Díganle que la Navidad no es lo mismo sin él. Las luces parpadean, pero mi corazón está apagado. ¿Existe un lugar designado para las personas que nos importan en el cielo? En tal caso, espero que Juan esté ahí, sonriendo y guiñándome un ojo, como la primera vez que nos vimos en aquél parque.

Simplemente hacerle saber, que le encantaría las decoraciones navideñas de la ciudad; los escaparates llenos de magia, y los niños riendo mientras patinan sobre hielo. Pero yo solo quiero que él esté aquí, sosteniendo mi mano. Y aunque a veces me siento sola, intento encontrar alivio en medio de está la quietud. Preguntándome  si está Juan con vosotras, mirándome desde lejos.

Queridas estrellas, si alguna vez se cruzan con Juan, díganle que lo amo. Que su amor sigue vivo en mí, como el primer día. Y que, aunque la Navidad tenga un sabor agridulce, siempre habrá un lugar en mi corazón para él.

Con gratitud, María"


María dobló la carta con sumo cuidado y la puso en el alféizar de la ventana. Ya cansada, mientras se metía en la cama, dirigió una ultima mirada al cielo con la esperanza de que las estrellas llevarían su mensaje a Juan.





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El Talismán Maldito

Coronando una escarpada cima, cuya falda estaba cubierta con árboles nudosos de aspecto fantasmal, se alzaba un viejo castillo, hogar de un hombre temido por todos. Durante siglos ha contemplado imperturbable aquel terreno salvaje y accidentado, sirviendo de hogar y fortaleza a un linaje más viejo que los muros cubiertos de mugo. Algunos de sus antiguos torreones notaban el paso del tiempo, castigados durante generaciones por las batallas y tormentas, muy pocos quedaban en buen estado. En tiempos pasados aquella fortaleza fue una de las mas temidas y formidables construcción realizadas en la época feudal. Desde las aspilleras de sus parapetos y escarpadas almenas, muchos señores fueron desafiados, sin embargo, ningún invasor pudo pisar sus hermosos salones, saquear las riquezas que atesoraba.

Los lugareños del pueblo mas cercano al castillo no podían entender como aquel hombre había dejado atrás a su mujer y sus hijos y cuando poseía, para vivir en semejante fortaleza, oculta entre las montañas. Cualquiera habría dicho que llevaba una vida de ensueño, con familia, lujos y una casa que muchos envidiarían. No obstante, un buen día decidió mudarse a aquel lugar y no volver a tener contacto con la civilización. Los más ancianos achacaban esa decisión a un perturbado amigo que anduvo con él en la juventud. 

Así transcurrió el tiempo, encerrado en ese imponente alcázar sin la compañía de nadie, rodeado de aquellos libros, de los cuales cualquier erudito con dos dedos de frente se hubiera alejado. Asolado por aquella magia negra se vio alcanzado por la enfermedad de la mente y conducido  por sus ansias de poder,  agotando sus últimos asativos de lucidez, escribió una carta a su esposa pidiendo verla a ella y a sus hijos. Pues no quería marcharse sin desvelarles el oscuro secreto que le había permitido alcanzar al éxito y que a la vez, había sido el motivo de su aislamiento. Con recelo y no sin antes tomar sus precauciones su esposa aceptó, y realizando los preparativos oportunos, se puso en camino.  El viaje hacia la cima no fue fácil, la guardia que acompañaba a ella y a sus hijos, tuvo que dejar a los caballos en la falda de la montaña. Transcurrida una hora de marcha, divisaron la escalofriante fortaleza, y él los esperaba en la puerta. Con una sonrisa perturbadora a la que apenas que quedaban ocho dientes, les invitó a pasar. 

Dentro les confesó que tenía en su poder un talismán, que en tiempos pasados había pertenecido a un poderoso hechicero, y mediante su amigo el alquimista había caído en su poder. Un objeto poderoso capaz de conseguirle todo lo que deseaba a cambio de el alma de un hombre bueno. Después de esta revelación se quedó callado, el talismán estaba, ávido de de sus almas, y el lo sabía.  Al intuir el peligro los guardias se lanzaron contra él con la intención de matarlo, pero la voluntad del artefacto es caprichosa, y el rencor se apodero de los guaridas provocando que se hirieran a traición y de maneras brutales, hasta que ninguno quedó con vida. Su familia quedó petrificada al ver tan sangrienta escena, lentamente fueron cayendo uno a uno, hasta que fundiéndose en un amargo beso con su esposa, todos quedaron reducidos a cenizas.

 


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La Pieza de Musica

Son las ocho de la mañana y los  rayos del astro rey se cuelan por la ventana de la cocina. Un dulce aroma a café y tostadas, inunda la estancia. Con la mirada perdida en el horizonte, Felipe planifica el día, dispone de poco tiempo para entregar la pieza, y sin más tiempo que perder se sienta  frente a su piano dejando que sus dedos tomen el control. El principio es suave y lento; a medida que avanza la jornada el tempo se acelera. El allegro que marcó el inicio del mediodía, suena con fuerza a lo largo de toda la tarde, tornándose en andante conforme el sol deja paso a su hermana menor. Hace ya un rato que los rayos del astro plateado bañan el hermoso piano, y Felipe con una sonrisa en los labios dando por finalizada la sesión, dirige la mirada a la luna, dándose cuenta de que ha compuesto


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La Mente

Un día estas tan tranquilo con tu rutina, tu trabajo, tus aficiones y amigos, tu alegría y felicidad... Te sientes bien, intocable, nada parece que pueda amargarte...

Según el filósofo inglés, Thomas Hobbes, "El hombre es un lobo para el hombre", aunque en ocasiones más peligrosa es la mente. Capaz de jugarte una mala pasada cuando estas en tu mejor momento. En ese momento empiezas a pensar negativamente, siendo muy difícil deshacerse de esas cavilaciones  que se meten como espinas casi imposibles de sacar. Se produce el fin de la felicidad, y te acaba condicionando. Tu forma de actuar es acorde a esos pensamientos, tus actos son reflejo de tus sentimientos, hasta que derrumbas.  Parece que eres otra persona distinta ¿De verdad tu personalidad es distinta? No. Inconsciente te has puesto una máscara que cubre tu autentico rostro, aunque parezca imposible de quitar, tan solo es difícil.

Lo mejor de todo, es que sueles estar rodeado de gente que con las herramientas necesarias te ayudara a quitarte la mascara, a levantar esa losa, permitiéndote ser como siempre y no la copia de ti.



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Angustia

El tiempo pasa como un caballo desbocado.
La soga se me va escapando de las manos. 
No sé cómo debo reaccionar.
El final se vuelve incertidumbre, 
el destino es misterio para mí.

Desconozco cómo va a terminar esto.
Nos encontramos en un punto muerto.
¡Dime que no me quieres! 
Mírame a los ojos y dímelo. 
Con esta angustia no puedo vivir. 

Mover ficha debemos, 
aunque eso nos acerque al abismo.
el cansancio ya está haciendo mella, 
yo solo quiero que esto acabe.

LCR



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Hechizo Marino

 Mirada perdida hacia el mar,
el horizonte está despejado.
La mente empieza a viajar,
 es tiempo de serenidad.

El mar brilla tranquilo,
el cielo es azul intenso,
es momento para lo eterno 
que ahuyenta mi tormento

Sea cielo, mar o arena,
no sé dónde detener la mirada.
Sensación placentera,
quimera deseada.

LCR


 

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Verano

Se siente la presencia de los parques y jardines,
las fuentes y plazas codiciadas están.  
 Las grandes ciudades se quedan vacías.
 Y los pueblos y la costa son los protagonistas.

Se busca el frescor en el río,
aunque hay otros que prefieren la piscina.
El niño pide un helado y el animal busca la sombra.
Al llegar la noche la compañía espera.

Las sillas se multiplican en la plaza,
los niños corretean por doquier,
sin tareas ni preocupaciones,
pues son problemas de los mayores.
 
Desgraciadamente todo llega su fin, 
el colegio ya está aquí,
y entre colores y lluvia,
 la siguiente estación ya está ahí

LCR




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Lazarus

Era la primera vez en mucho tiempo que no amanecía nublado, el sol empezaba a alzarse sobre el bosque y los pájaros comenzaban a entonar las primeras melodías. La brisa, a primera hora de la mañana, era fresca, llevando consigo un olor a hierba muy agradable. Por el cielo surcaban algunas nubes que viajaban perdidas como zepelines de algodón blanco. Lazarus contemplaba este espectáculo desde la ventana de la cocina mientras apuraba luna taza de café. —Va a hacer una mañana espléndida— dijo. Tenía la mochila con todo preparado al lado de la puerta, se la puso al hombro y cogió el bastón. Estaba preparado para una larga caminata. Se paró en el umbral e inspiró llenando de aire limpio sus pulmones. — Estoy listo — dijo en voz alta, esbozando una sonrisa. 

Comenzó a caminar sin pensar en las huellas que dejaba atrás. Una suave brisa le iba obsequiado con los olores procedentes del bosque; el cantar de los pájaros se mezclaba con el mecer de los árboles y poco a poco el bosque iba haciendo acto de presencia. En la linde, Lazarus decidió tomar un descanso, pues el lugar donde quería ir se tornaba lejano y no le apetecía poner en jaque sus fuerzas tan pronto. Un sin fin de colores armonizaban el horizonte, el verde intenso salpicado por las flores silvestres se fundía con el azul claro del cielo en la lejanía, miles de pensamientos desfilaban por su cabeza y cuando se sintió listo para continuar se puso en pie y reanudó la marcha. Los rayos del sol se colaban tímidamente entre las copas de los árboles, los ratones de campo correteaban por los troncos colándose por los huecos que dejaba la corteza y el cantar de los pájaros fue sustituido por el sonido lejano del río. 

Tras una hora de viaje, donde el camino en ocasiones se tornaba esquivo y las raíces dificultaban el paso, río arriba, se encontraba un viejo barco. Qué hacía en el corazón del bosque era un misterio que no le importaba lo más mínimo, pero lo que si le preocupa era su aspecto actual, ya que a causa del paso del tiempo y el abandono, se encontraba en mal estado. Lazarus deseaba restaurarlo y navegar con él, pero el caudal no era el de antaño, y remolcarlo por el bosque era tarea prácticamente imposible. 

No era la primera vez visitaba aquel lugar, desde que lo descubrió hace dos primaveras, se acercaba sobre todo a hacer pequeñas labores de mantenimiento. Con gran tristeza se daba cuenta que a pesar de sus esfuerzos no conseguía frenar, el progresivo deterioro la embarcación. Siempre en aquel remanso de paz de gustaba imaginar que intrépidas aventuras había vivido aquel barco y quien era su tripulación. A menudo se veía como capitán abordo de aquel barco, surcando los océanos y acometiendo grandes empresas. 

Ya de vuelta a la realidad en el calor del hogar, Lazarus comprendido que eso no pasaría. No viviría aventuras, no saldría de aquel lugar, estaba condenado a vivir ahí. Lo que había empezado como una mañana esplendida, se había convertido en un día gris. 



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Alma Sin Cobijo

María se encontraba sola sentada en el muelle, la brisa marina jugaba con su dorado cabello, mientras sentía que su vida se desmoronaba. Contemplaba sus días en busca de algun suceso que le permitiera alegrarse y dar sentido a su estancia en aquel pueblo de pescadores. Mientras su mirada estaba posada sobre el horizonte, soñaba con ilusiones que le permitieran evadirse de la realidad. <<No quiero ser un pez más en el agua>> Pensó. El gran sueño de María era tener su propia linea de bisutería, ser recordada, y ese lugar no era el sitio propicio para ello. Se alejo del mar para adentrarse en la realidad. Se sumergió en la incertidumbre del día a día. Mientras exploraba cada rincón, buscando unas alas para volar y perderse entre las nubes.






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Amor Prohibido

Llega la noche
y la angustia me asalta.
Deseo besarte, 
y el miedo me acecha. 
Cierro los ojos
y no estás .

Miro por la ventana
y es otro día gris.
Ocupas mi pensamiento
y el miedo sigue ahí.
Miedo de hacerte daño
o de hacérmelo a mí.

Anhelo tus besos,
sin ellos no se vivir.
Anhelo tu cabello,
sin su olor no puedo dormir.
Anhelo tu sornisa
que alegría es para mí.

¿Me estaré volviendo loco?
Pues el amor está prohibido para mí.

LCR



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Tres preguntas

Cuando me siento delante de una hoja en blanco con intención de escribir, a menudo me pregunto ¿Por qué escribo?¿Para qué escribo? Y ¿Para quien escribo? Creo que cualquier empresa que el ser humano emprende, tiene un fin y un sentido; que nunca hacemos algo “porque sí” por muy descabellado que pueda parecer. Por eso mismo hoy me he permitido el lujo de contestar a estas tres preguntas.

¿Por qué escribo?

Escribo porque siempre me ha ayudado a expresarme. Precisamente este blog nace de la necesidad de tener un rincón propio en el cual poder plasmar y compartir mis pensamientos e historias. Posiblemente puede que no sean interesantes, o si, pero así quedan reflejadas por si a alguien en el futuro las encuentra de pura casualidad.

¿Para qué escribo?

Como dije en la introducción, siempre hay una meta cuándo se empieza un proyecto. Así que  vamos a hacer una pequeña introspección para buscar el sentido a todo esto a través de dos razones principales:

La primera es que escribo para que queden guardados mis escritos, así con el tiempo releer todo esto y observar una evolución, para recordar cosas que con el tiempo caen en el olvido. Es cierto que alguna vez, me he puesto a repasar alguna de las primeras entradas publicadas y me he encontrado con pequeños recuerdos de épocas pasadas.

La segunda tiene que ver con la necesidad vital de trascender; y es que todos llegamos a un punto de nuestras vidas en el que queremos dejar huella, ser recordados. Hay mil y una maneras de trascender, pero yo elegí hacerlo a través de la escritura.
 
¿Para quién escribo?

Después de todo lo contestado en las preguntas anteriores creo que la respuesta es obvia y, como en el caso anterior, tiene dos puntos principales:

Por una parte escribo para mí, para que mis reflexiones me sirvan en un futuro, como espejo en el que poder contemplarme. Dicen que quien olvida su pasado está condenado a repetirlo, así que puesto que aquí están plasmados mis éxitos y mis fracasos, creo que será un buen referente por si llegan tiempos de “desorientación vital”.

Y claro, también escribo para vosotros, para entreteneros, para serviros de utilidad y para compartir lo que vivo. Es cierto que blogs como éste hay muchos, pero salir a la calle y observar, empaparme de vivencias, historias,... Que nos rodean y contarlas por aquí, es una experiencia enriquecedora.

Por lo tanto este blog depende de dos cosas: de vosotros y de mí. Ya que sin lector no hay escritor.


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Cantos De Batalla

Habían matado un ternero, 
que lo ofrecían al pueblo.
Un soldado asustado
condenó al compañero…
 
Nos lanzamos a la batalla,
la locura era nuestra bandera.
armadura suficiente, 
para tan alocada empresa.
 
La multitud nos acechaba,
el apoyo nos era esquivo.
De nada servían las estrategias 
de lo fiero y del sigilo.
 
Desamparados y sin refuerzos
ante la carga del indígena,
Deducimos con inteligencia
Que era mejor ser suicida.
 
La contienda era cruenta,
el resultado incierto.
Con el sonar de los cuernos 
llegaron los refuerzos. 

LCR





 
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