Condenado Candy


Miles de colores inundan la pantalla,
a veces son lisos y otras veces a rallas.
Juntarlos debo, pues así son las reglas.
Mínimo de tres en tres, pero cuanto mas sean, 
mejor será el resultado.

Me quiebro la cabeza pero no hay manera,
por más que lo intento
no sale el color que yo quiero.
Por más que deseo esa bola de discoteca, 
esta se torna esquiva, se burla de mí y yo desespero.
Y cuando parece que la suerte esta de mi lado,
los malditos movimientos me han abandonado.

Y en la soledad me encuentro con mi estúpido cabreo.
Acordándome de quien invento este ridículo juego.
No soporto esos malditos colores,
emborronarlos de una vez deseo.

Pero el muy tonto de mí,
 aun sigue jugando a este estúpido pasatiempo.
Pues he olvidado la razón,
por la que odio este juego.

LCR
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