A Eduardo le acaban de mandar hacer un reportaje sobre el cultivo de la remolacha para la próxima semana. Sale del despacho bastante contrariado, ¿Qué? ¿Como? No tiene ni idea de como afrontar el asunto. Sin embargo al fin y al cabo es su trabajo y decide empezar, ya que improvisar siempre ha sido su fuerte y confía en que se le ocurrirá algo sobre la marcha. Coge su Olivetti Lettera 22, y comienza a escribir.
Con el transcurrir de las horas, la papelera del despacho se va llenando. ¿Cómo demonios empiezo esto? Piensa. Mientras su frustración va en aumento, su rendimiento empieza a menguar y su mente a centrar la atención en otras cosas. Decide levantarse e ir a servirse un café, con la esperanza que al descansar y estar mas fresco se le ocurra algo.
Pasan los días y apenas tiene escritas un par de líneas, el tic tac del reloj se le hace insoportable. Por mucho que lo intenta no hay manera, y dándose por vencido, decide coger el teléfono para llamar a su jefe y rechazar el reportaje. Dándose cuenta que su salud esta por encima de la reproducción del cultivo de las hortalizas.
