Es un día sombrío.
El despertador esta sonando,
y yo no quiero volver a ese infierno.
Todas las mañanas es igual,
personas saliendo de los portales
con el mono gris y caras largas,
pues saben el suplicio que les espera.
Vamos hacia la fábrica con la esperanza
de que las cosas cambien,
pero solo es una ilusión.
Entramos en la fábrica y suena el silbato,
A todos nos aterra ese maldito cacharro,
pues es el amo de nuestro trabajo.
Hartos comenzamos la jornada
y no tenemos ni un descanso.
Me encuentro al borde del desmayo,
pero sin terminar la tarea,
no me dejan probar bocado.
Pasa la tarde y llega el ocaso,
hastiado abandono mi lugar de trabajo.
Otro día ha llegado,
y las cosas no han cambiado,
el infierno sigue siendo el mismo.
Estoy cansado de que en el siglo XXI,
me traten como un esclavo.
Y ya solo, arropado por la noche pienso:
<<Hay que rebelarse
sin la ayuda de los sindicatos,
pues por el sistema han sido comprados>>
LCR