Habían matado un ternero,
que lo ofrecían al pueblo.
Un soldado asustado
condenó al compañero…
Un soldado asustado
condenó al compañero…
Nos lanzamos a la batalla,
la locura era nuestra bandera.
armadura suficiente,
para tan alocada empresa.
La multitud nos acechaba,
el apoyo nos era esquivo.
De nada servían las estrategias
de lo fiero y del sigilo.
Desamparados y sin refuerzos
ante la carga del indígena,
Deducimos con inteligencia
Que era mejor ser suicida.
La contienda era cruenta,
el resultado incierto.
Con el sonar de los cuernos
llegaron los refuerzos.
LCR