Vivencias Y La Noche

Hace horas que ha caído la noche trayendo su característico silencio. Una suave brisa empieza hacer acto de presencia, se desliza por las calles acariciando los toldos y las persianas de las casas. En su interior, sus habitantes se agitan en duermevela constante, acompañado por los sonidos de la noche: un grillo aquí, una ráfaga allá; el continuo golpeteo de la persiana contra la ventana, alguna risa ocasional propiciada por esa juventud bulliciosa que sale de fiesta.

En medio de ese estruendoso silencio hay mentes que gritan, vienen a ellas recuerdos que fueron vividos con lucidez; otras sonríen con los besos que dieron, y entristecen con aquellos que no llegaron a dar; reviven el último abrazo; o desean lo que no tienen y buscan un sentido a lo que llegó.

Otras mentes son inquietas, mentes preparadas para soñar que se dejan llevar por el viento que las mece hasta ese lugar donde son libres. Donde no hay recuerdos ni rutinas, ni lamentos, ni elucubraciones. Tan solo existe el Carpe Diem, sueños que mientras ocurren son verdad.




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