Querido Rugbier

Amigo rugbier:
 
He estado reflexionando sobre una carta que Tolkien escribió a su hijo Michael. Una de las cosas que me ha impactado, es el esfuerzo que tuvo que hacer el escritor para poder jugar en el equipo de rugby de la escuela. Su complexión liviana hizo que, al principio, le resultara muy difícil jugar partidos. Pero lo que de verdad me llamó la atención fue la ferocidad que desarrolló, pues gracias a ésta fue titular y capitán del equipo.

Una de las razones por las que me enamoró el rugby fue la capacidad que tenía este deporte de aceptar a todo tipo de personas: rápidas, lentas, altas, bajas, corpulentas, livianas, etc. El rugby implica sacrificio: un último sprint, aunque ya no puedas más; apoyar al compañero con la certeza de que te puedes llevar un placaje que, seguramente, te dolerá, y lo haces porque sabes que él hará lo mismo por ti. Pero a veces el desánimo se puede hacer dueño de la situación, y eso es lo peor que puede pasar. Da igual que seas veterano, novel o que tengas experiencia, siempre está rondando y esperando a que dejes las costillas descubiertas para partirlas sin piedad, introduciéndote poco a poco en su juego. Un día dejas de esforzarte al máximo, porque la desconfianza hace mella en ti; haces que un pequeño golpe sea una lesión grave; dejas que te diga: <<no vales para nada, este deporte te viene grande>>. En el fondo sabes que no es verdad, pero llegas a creértelo.

Al fin y al cabo, el rugby se rige por el compañerismo. Siempre hay uno a tu lado que te saca del error -quizás es el que limpia la abierta cada vez que te caes o no-.Te recuerda que los inicios nunca son fáciles; te anima a volver a emplearte a fondo en los entrenamientos; te enseña que tienes que usar la ferocidad de Tolkien, para que el gigante que tienes enfrente no te machaque. Y es en este punto cuando reflexionas admitiendo que tiene razón, y decides remontarte a tus comienzos sin que salga de tus labios una queja, volver a esforzarte. Llegar a todos los apoyos, placar al hombre más grande del equipo.. Así aprendes que jamás debes permitir que el desánimo te señale y te diga que no vales. 

LCR


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