Amigo
rugbier:
He
estado reflexionando sobre una carta que Tolkien escribió a su hijo Michael. Una de las cosas que me ha impactado, es el esfuerzo que
tuvo que hacer el escritor para poder jugar en el equipo de rugby de
la escuela. Su complexión liviana hizo que, al principio, le
resultara muy difícil jugar partidos. Pero lo que de verdad me llamó
la atención fue la ferocidad que desarrolló, pues gracias a ésta
fue titular y capitán del equipo.
Al
fin y al cabo, el rugby se rige por el compañerismo. Siempre hay uno
a tu lado que te saca del error -quizás es el que limpia la abierta
cada vez que te caes o no-.Te recuerda que los inicios nunca son
fáciles; te anima a volver a emplearte a fondo en los
entrenamientos; te enseña que tienes que usar la ferocidad de
Tolkien, para que el gigante que tienes enfrente no te machaque. Y es
en este punto cuando reflexionas admitiendo que tiene razón, y
decides remontarte a tus comienzos sin que salga de tus labios una
queja, volver a esforzarte. Llegar a todos los apoyos, placar al
hombre más grande del equipo.. Así aprendes que jamás debes
permitir que el desánimo te señale y te diga que no vales.
LCR