La Niña De La Ventana I


 Parte I

El Fin Se Acerca

Hace frío y la noche ha traído la serenidad de su silencio. La ciudad a quedado desierta, de vez en cuando, un aire frío recorre las calles azotando las persianas para colarse en los balcones de las casas de los que pretenden dormir. No todo el mundo esta durmiendo, al final de la avenida principal, hay una casa señorial que tiene pinta de llevar mucho edificada. Malcom se para, escudriña su fachada descubriendo que una de sus ventanas emite una tenue luz. Le da la sensación de que es una ventana de esas que se colocan en los desvanes, pero está lejos y lo la ve bien. Se va acercando y vislumbra una silueta de una niña apoyada en el alfeizar. Un ruido le sobresalta, se gira, y distingue entre la penumbra que una plancha de metal yace ahora en el suelo. Mientras se recupera del sobresalto, vuelve a fijar la vista en la ventana. La niña ha desaparecido.

Un escalofrío recorre el cuerpo de Malcom que de repente no sabe que, pero algo raro presagia. Sale corriendo por las calles de la ciudad hasta llegar enfrente de una casa algo más nueva que la anterior. Se encuentra desorientado, parece como si nunca hubiese estado en la ciudad, pero la verdad, había nacido en ella. Si atreverse a mirar hacia atrás sigue corriendo, cruza un lóbrego parque y a lo lejos divisa una tenue luz que le resulta familiar. Sus presagios se han confirmado. Su hora ha llegado.

Sigue siendo de noche, cada vez hace más frío, otro escalofrío recorre su cuerpo. A lo lejos entre los arboles, a contraluz, vuelve ha ver la silueta de la niña. Malcom quiere correr pero sus músculos se han quedado paralizados, quiere gritar pero se ha que dado mudo. Poco a poco la niña se va acercando, va vestida de blanco y su cara desprende ternura, él sabe que el fin se aproxima. Lo coge de la mano, y después de andar unos metros, llegan hasta una puerta herrumbrosa situada en el suelo, la niña dejándole atrás, le suelta la mano y se adelanta para abrir la puerta. Un fuerte chirrido castigó los oídos de su acompañante y girándose haciéndole una señal a Malcom, le indicó  que bajase por unas escaleras que se extendían ante ellos. Una vez que los dos se habían perdido en la oscuridad, la puerta se cerró de golpe, dejando un letrero al descubierto: “Bienvenido a tu tumba”

Para leer la segunda parte, ve aquí.
Para leer la tercera parte, ve aquí. 
Para leer la cuarta parte, ve aquí.
Share: