En las tardes de verano cuando el sol cedía,
era momento de jugar, con risas que surgían.
El callejón era nuestro estadio,
testigo mudo de triunfos tan recordados.
Héroes del balompié con el respeto ganado,
ídolos anónimos en partidos olvidados.
Íbamos con todo en cada jugada,
soñando con ser los astros de la década dorada.
Camisetas gastadas y rodillas raspadas,
el balón raído era nuestra joya más preciada.
Cada gol era un logro sagrado,
cada caída un lazo bien forjado.
El silbato anunciaba el final y la cancha debíamos abandonar.
La cena esperaba y en silencio se quedaba el lugar.
En nuestras mentes se quedaban los momentos,
planeando sin demora el próximo encuentro.
Los callejones quedaron llenos de leyendas,
jugábamos con pasión y no por hacer historia.
La pelota rodaba, llevando nuestra ilusión,
de ser héroes del fútbol junto a la afición.
LCR
¡Hola! Cuánto tiempo, espero que todo bien.
ResponderEliminarLa niñez ese gran mundo de historias inventadas, de creencias y sueños entre raspones y alegría. Quién volviera solo un minutito atrás y fuera ese niño, sentir esa libertad de nuevo.
Bonitas letras, de un recuerdo que puede ser real o no, pero todos de algún modo hemos vivido.
Un abrazo, y feliz vuelta.
Buenas Irene,
EliminarTodo va bien. Muchas por preguntar. Es un gusto estar de vuelta.
Volver a ser niños aunque solo sea por un instante, es un momento muy gratificante.
Todos, de alguna manera, hemos sentido esa libertad y esa felicidad de jugar en la calle con primos, amigos...
Un abrazo muy fuerte.