Mes 3: La Mujer de la Litera

En medio del campo, rodeada de extensas praderas, se erguia una casa solitaria de estructura antigua castigada por el paso del tiempo. Sus paredes de piedra estaban cubiertas de musgo y enredaderas, dándole un aspecto fantasmal. Las ventanas de madera tampoco se habían librado, algunas presentaban desperfectos serios, otras estaban cubiertas de polvo, y parecían ojos vacíos que obserbaban imperturbables el vacío de la noche. El techo, inclinado, poseía alguna claraboya que permitía pasar la luz de la luna, creando sombras chinescas en el interior. La puerta principal que estaba construida de madera noble, y tenía las bisagras oxidadas, haciendo que crujiera  ominiosamente cada vez que se abría.

En el interior, el aire era denso y frío, impregnado el lugar de un olor a humedad y descomposición. El suelo de madera crujía a cada paso nervioso que daba Andrés, ya que pensaba que ese lugar guardaba oscuros secretos. Las paredes estaban decoradas con viejos retratos de personas cuyos ojos parecían seguirte a donde fueras, aumentando la sensación de ser observado. La casa en su conjunto, emanaba una sensación de abandono y tristeza, como si guardara en sus entrañas historias de tiempos pasados y secretos que nunca debían ser revelados.

Eran las 11 de la noche cuando Andrés dormía profundamente en la parte de abajo de la litera de su habitación. La noche era oscura y silenciosa, solo el susurro del viento hacía mecer los árboles, lo que contribuía con su música a que el sueño fuera placentero. Esa sensación se fue evanceciendo mientras las horas pasaban, haciendo que el sueño se volviera cada ves más agitado. De repente, Andrés abrió los ojos, en la atmósfera reinaba una sensación inquietante, tapado hasta los ojos observa como el picaporte de la puerta se gira y con un leve crujido, la puerta se abre, apareciendo una mujer con el rostro oculto por su largo cabello negro y enmarañada. Estaba vestida con un camisón blanco, aunque lo que más llamó la atención de nuestro protagonista, eran que sus pies estaban agrietados y ensangrentados. 

La mujer comenzó a moverse lentamente hacia la litera, Andrés paralizado por el miedo, sin apartar la vista de ella, intentó emitir un grito dándose cuenta que por su garganta no salía ningún sonido. A cada paso que daba, la madera del suelo crujía bajo su peso, cuando su pie se posó en el primer peldaño de la escalera de la litera, un frío helado recorrió el cuerpo del inquilino de abajo. 

Cuando la mujer iba a subir al segundo peldaño, se detuvo y dirigió una mirada a Andrés, este pudo observar como las cuencas de los ojos estaban vacías y negras, pudiendo observar como su futuro se tronaba oscuro. 

El corazón de Andrés latía violentamente en el pecho, mientras sacudía la cabeza tratando de convencerse que estaba en un sueño, pero cuando dirigío la mirada en dirección hacia la escalera,  pudo observar las huellas oscuras y sangrientas que la mujer había dejado. Entonces fue cuando el terror se apoderó de él al darse cuenta de que lo que había soñado no era un producto de su imaginación.



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