El Arte de Expresar

Vivimos en un mundo donde la comunicación instantánea se ha convertido en una realidad desde hace tiempo, recibir un me gusta en las redes sociales ha pasado a ser ahora una validación personal. La facilidad para establecer comunicación a través de internet, a menudo, ha provocado que nos encontremos en la tesitura de luchar por expresar lo que realmente se siente. Posiblemente, si no es a través de un dispositivo tecnológico, nos sentimos incapaces de comunicar nuestras emociones de manera auténtica y profunda, corriendo el riesgo de quedarnos atrapados en un laberinto interior. En esta búsqueda constante de las palabras adecuadas para expresar nuestra maraña de emociones, podemos recurrir a una herramienta poderosa que ha existido desde tiempos inmemoriales: la escritura. Esta práctica nos permite liberar nuestras verdaderas voces y conectar con nosotros mismos.

Volver a los métodos clásicos, como el lápiz y el papel, nos permite conectar con nuestra parte más íntima y sentimental. Este proceso, aunque lento y laborioso sin el uso de un ordenador, nos invita a reflexionar profundamente sobre nuestras emociones y a darles forma a través de las palabras. Normalmente al principio puede llegar a  resultar frustrante, debido a que las palabras no fluyen fácilmente y lo escrito no refleje tan fielmente nuestros sentimientos. Es en esos momentos es cuando hay que ser perseverantes, ya que con cada intento fallido nos acercamos un poco más a la verdad que queremos comunicar. Romper hojas, empezar de nuevo, y seguir intentándolo una y otra vez forma parte del proceso.

Una vez emprendido el viaje, es cuando  aprendemos a jugar con las palabras, explorar nuestras emociones y a armar el complicado rompecabezas que se nos presenta, logrando así el equilibrio perfecto entre lo que sentimos y lo que expresamos. Es en estos casos cuando la escritura se convierte en un espejo donde vemos reflejada nuestra alma, con todas sus luces y sombras, invitándonos a mirar hacia adentro, a enfrentar nuestras emociones más profundas y a darles voz. Este acto de introspección nos permite no solo conocernos mejor, sino también aceptar y abrazar todas las facetas de nuestra personalidad.

Llegados a este punto, es cuando la escritura se convierte en un compañero fiel en nuestro camino hacia una mayor autenticidad y conexión con nosotros mismos y con los demás. Al liberar nuestras verdaderas voces, no solo encontramos las palabras adecuadas para expresar nuestras emociones, sino que también descubrimos una fuente inagotable de inspiración y crecimiento personal.



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