Tras días de sol y arena ardiente,
el guerrero regresa, valiente.
Cada ola, un desafío, un duelo,
cada rayo, una caricia, un anhelo.
El mar, su campo de batalla inmenso,
donde las olas rugen con poder intenso.
Sin armaduras, solo piel bronceada,
sin espadas, solo risas y miradas.
Recuerdos inundan su mente,
como ecos de una travesía reciente.
La luna ilumina su camino con mimo,
y en su fortaleza, encuentra su destino.
El guerrero del mar, al fin descansa,
en su hogar, su alma descansa.
Las olas susurran historias de gloria,
y él, en su casa, revive su victoria.
LCR
