Cada mañana, al ponerme las gafas,
El día comienza, y la rutina arranca.
Como un caballero en su celda recluido,
Analizo mis pasos, uno a uno, sin descuido.
Otra vez, me pongo en marcha,
Otra vez, caigo en la trampa.
Como al caballero que medita,
La monotonía sin piedad me atrapa.
De nuevo cae noche en la celda,
El caballero reflexiona en su soledad,
El agua de lluvia la sed calma
las piedras se convierten en verdad.
Sin compañía alguna, él se encuentra,
No sabe cuánto tiempo allí quedó,
Sus actos, su mente atormentan,
Sus pensamientos, sin descanso, analizó.
Reflexiona, delibera, vuelve a pensar,
Analiza sus pasos, cada movimiento,
Su retiro voluntario, lo hace cuestionar,
Es hora de actuar, y hacerlo con tiento.
Una locura, una insensatez,
Salir de la celda, enfrentar su miedo,
El caballero, con valentía y altivez,
Rompe la rutina, como en un sueño.
Cambios pequeños, impacto grande,
Romper la monotonía es la clave,
Flexibilidad en cada instante,
Para que la creatividad nunca acabe.
Así, en la vida cotidiana y en los actos valientes,
Buscamos equilibrio, con cada paso consciente.
La rutina y la flexibilidad pueden coexistir,
A través de mis gafas, lo puedo discernir.
LCR