Día Dos: Exploración y Descubrimientos

La luz de un nuevo día me despertó suavemente al filtrarse a través de la ventana de mi cabaña. Estiré los brazos y me levanté, listo para enfrentar un nuevo día. Ayer había sido solo el comienzo, y estaba satisfecho con el trabajo realizado, ya que había conseguido construir un refugio antes de que la noche me sorprendiera. Soy consciente de que necesito recursos y conocer la zona. Por tanto, hoy exploraría más allá de la cabaña.

​Recogí unas manzanas de unos árboles cercanos, guardé algunas herramientas en la mochila y me puse en marcha. El paisaje que se desplegaba ante mis ojos estaba lleno de colinas, ríos y alguna que otra misteriosa cueva. Opté por seguir el curso del río, esperando encontrar algo interesante. Mientras caminaba, observé la fauna local: vacas, ovejas y cerdos pastaban tranquilamente.

​No llevaba mucho tiempo caminando, cuando de repente, una entrada oscura en la ladera de una montaña captó mi atención. Curioso y cauteloso, lleno de incertidumbre por lo que me pudiera encontrar, me adentré en la cueva iluminando el camino con antorchas. El eco de mis pasos resonaba en las paredes de piedra. Después de un largo rato abriendo túneles, una hermosa galería se presentó ante mí. Pronto, descubrí unos depósitos de carbón y cobre, sin duda, recursos útiles y necesarios para formar mejores materiales de cara a futuras construcciones.

​Me encontraba picando para extraer los minerales, cuando de repente escuché un sonido peculiar. Al levantar la mirada, noté que las sombras proyectadas en la pared fluctuaban. Solté el pico de piedra y desenvainé mi espada, preparándome para lo que pudiera emerger de la oscuridad. De repente, un grupo de zombis giró la esquina y se abalanzó sobre mí. El combate fue intenso, pero logré salir victorioso. Todavía la adrenalina corría por mis venas mientras recogía los despojos de los monstruos, cuando, al echar mano a la mochila, descubrí que apenas quedaba comida. Así que, guardando todo lo que había recolectado, me dispuse a emprender el camino de vuelta.

Al salir de la cueva, el sol ya comenzaba a descender, debía darme prisa, si no quería ser la cena de las criaturas de la noche. Había sido un día lleno de aventuras y descubrimientos. Con mi mochila llena de recursos, regresé a mi cabaña. Una vez dentro, encendí la chimenea y luego me senté en el sofá. Me quedé pensativo, mirando las estrellas desde la ventana, y supe que este era solo el comienzo de una aventura.


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